En ese sentido, desde FASOL creemos que recordar no es un ejercicio del pasado, sino una manera de construir presente y futuro desde la dignidad y la empatía. Humanizar la memoria es narrar los hechos no solo como parte de la historia, sino como experiencias que afectaron vidas y familias enteras; es reconocer la resistencia y la esperanza de quienes se niegan a ser olvidados. Por ello, recibimos con empatía y conmoción los testimonios de cada familiar y sobreviviente que durante el evento de conmemoración compartieron sus experiencias al público.

Nuestro compromiso con la memoria y la defensa de los derechos humanos nace de ese propósito: reivindicar la vida y la dignidad de quienes fueron víctimas en el ejercicio de la función judicial y acompañar a sus familias en la búsqueda de verdad, justicia y reparación integral. Cada conmemoración y gesto de acompañamiento es también una promesa: la de no permitir que el silencio vuelva a cubrir lo que la historia debe seguir nombrando. Es bajo esa misma lógica que ese día, en medio del evento de conmemoración, se inauguró el Museo del Holocausto del Palacio de Justicia, un espacio dentro del mismo Palacio dedicado a la memoria de lo que pasó el 06 y 07 de noviembre, al igual que de las historias de vida de quienes ese día la perdieron. Desde FASOL invitamos a toda la ciudadanía a visitar este importante espacio.

De tal manera, para terminar, queremos insistir en una reflexión que atraviesa nuestra labor y nuestro propósito: las búsquedas no deberían heredarse. Ninguna hija debería crecer buscando a su madre; ningún nieto debería continuar una búsqueda que empezó décadas atrás. Lo que las familias merecen es la verdad: saber qué ocurrió, dónde están sus seres queridos, y tener la posibilidad de cerrar sus duelos con dignidad y justicia. Sin embargo, lo que sí insistimos que debemos heredar, reivindicar y apropiar, es la memoria de lo que pasó en este país, llamamos a honrar y venerar la historia de las familiares y servidores judiciales víctimas del conflicto armado.

Así, cuarenta años después, reafirmamos que las víctimas del sector judicial no están solas. Su memoria sigue iluminando el camino, y nuestra labor como organización es seguir acompañando con respeto, humanidad y compromiso a quienes continúan resistiendo con la fuerza de la memoria. Desde FASOL, seguiremos trabajando para que la luz de la justicia nunca se apague y para que cada historia, cada nombre y cada búsqueda encuentre, algún día, la paz y el reconocimiento que merece.